Al salir de Cogolludo, había unos tramos en bajada, donde pude jugar con el cambio, tan inmediato en sus reacciones, disfrutando especialmente de la función de “auto-blip”. ¡Qué sonido tan bonito!
Después de unos diez minutos, llegamos al Embalse de Alcorlo, donde nunca antes había conseguido parar.



Y, desde allí´, un tramo bastante largo, por un paisaje mayormente llano hacia Sigüenza, haciendo una pausa para contemplar los restos de las anteriormente importantes Salinas de Imón.
Una vez aparcado dentro del impresionante Parador, entre Luis y yo, conseguimos “izar” la capota en su versión “bikini” y nos fuimos a comer.
