Bueno, ya me voy recuperando de las emociones de este fin de semana. No ha faltado de nada y todo se ha resuelto con final feliz.
Desde hacía un par de semanas atrás antes de empazar la conce, ya estábamos mirando el tiempo en las numerosas Apps destinadas a ello, y ¡mecachis!, todas parecían coincidir en la previsión meterológica: lluvia y más lluvia a todas horas. Tan solo una vez, creo recordar, que parecía asomar el sol un ratín en alguna hora de la tarde de uno de los días, pero al volver a mirar al día siguiente, ya había desaparecido de nuevo y volvía a aparecer el nubarrón con las gotas de agua. Yo le decía a Carmen 'nos vamos a lucir', y ella me decía 'no te preocupes, que siempre lo ponen peor de lo que va a ser'. Falló en la previsión pero acertó en el resultado; pero antes, había que superar otros inconvenientes inesperados.
No faltaron los sobresaltos desde el primer minuto. Ya en la aproximación, que iba sobre ruedas, la catástrofe se cernió sobre nosotros. Rotura del cable de la palanca del cambio y el coche se quedó en 3ª sin poder cambiar de marcha. Afortunadamente, estábamos llegando al Parador de Gredos donde teníamos prevista la parada para comer.
Quiso la fortuna que unos días antes, cuatro días antes, el mismo lunes de la conce para ser exactos, recogiésemos en Barcelona un roadster que a Carmen le hizo tilín, y lo teníamos aparcado en el garaje. Había decidido no estrenarlo en esta conce ya que siendo roadleader no me atrevía a debutar con un coche automático con el que no estaba familiarizado, así que preferí sacar el 987 con el que siempre nos hemos sentido como uña y carne.
Tras la inesperada debacle, las neuronas se pusieron a funcionar como jamás me esperaba que fuesen a hacerlo, y tras unas cuantas llamadas de teléfono para coordinar con el seguro, la grua y el taxi, y vaciar el coche el equipaje que necesitábamos para el fin de semana, nos volvimos a Madrid.
Ilusos nosotros que pensábamos que lo íbamos a hacer todo de carrerilla, nos encontramos con un atasco de campeonato a la entrada de la capital. Viernes y lluvia, la combinación perfecta. En el taxi estuve operando con el teléfono las autorizaciones del taxi y de mi nuevo coche para poder circular por la zona de residentes, a la par que gestionaba con el taller y la grúa la recepción del roadster averiado. Todo esto amenizado con las conversciones variadas con las que nos iba deleitando el taxista, que no paraba de hablar. Yo, que no estoy acostumbrado a sentarme en el asiento de atrás, comencé a sentir cómo las migas manchegas y la hamburguesa que había comido en el Parador pujnaban por escapar del espacio en el que se encontraban. Me puse malísimo. Al llegar a casa y pasar por delante de mi cama para ir al servicio sentí un impulso enorme de meterme en ella y dormirme hasta el día siguiente. A tomar por saco.
Ya en la carretera con la nueva adquisición, se renovaron las emociones, y las anteriores fueron sustituidas por otras nuevas: la preocupación de ser roadleader con un coche que no sé cómo se conduce al nivel que requiere una concentración de RSC. Esta era en estos momentos mi máxima preocupación mientras los limpiaparabrisas luchaban en desventaja con la lluvia. Esta última era otra de mis preocupaciones.
Como si de telepatía se tratase, nos llamaron, preocupados, los participantes ya llegados a la hospedería.
@MANU MN era el portavoz y yo, por contra, le transmití mi inquietud con el coche. Supongo que entendía mi inquietud y sabía de lo que le estaba hablando, así que me dio unos consejos de manejo y me dijo que lo practicase durante el trayecto al hotel. Gracias a esos consejos pude sacar adelante la conce al ritmo que a mí me gusta y que había propuesto en el foro.
Ya al día siguiente, nos encontramos con otras sorpresas inesperadas. Bueno, unas esperadas pero no previstas, como la lluvia, pero otras inesperadas como el corte de algunos tramos de carreteras por donde iba a transcurrir la conce. Todos los integrantes de la concentración nos transmitieron tranquilidad y el mensaje de que no pasa nada si las cosas no salen según lo previsto o incluso si no podemos rutear por las inclemencias meteorológicas, pero eso no es consuelo para quien organiza un evento al que van a asistir miembros venidos de todas partes de España, por lo que preferí improvisar algún otro recorrido para llegar a los destinos, y armarnos de valor para conducir bajo esas circunstancias.
El resto de la concentración ya lo están describiendo los participantes, así que no me voy a repetir. Tan solo, agradecer al grupo la buena predisposición y la actitud positiva que nos mostraron en todo momento. Fue un auténtico privilegio contar con estos participantes, que supieron iluminar lo que la lluvia pretendía oscurecer.