El viernes 14 iniciamos la ruta de aproximación después de comer desde Valladolid, con buen tiempo. No en vano, era la única provincia de Castilla y León que no tenía aviso por temporal.
Ya en Tordesillas, empezaron a caer las primeras gotas de agua. Cada kilómetro que nos aproximaba hacia Hervás, las nubes se tornaban más oscuras, la lluvia arreciaba y el viento soplaba con más fuerza. Quiso el destino que llegásemos al aparcamiento del hotel sin lluvia, y pudimos entrar a la hospedería sin mojarnos.
Dejamos a “Cacagüete” descansar y, tras un breve checking y paso por la habitación, bajamos al bar donde nos encontramos con Pablo y Marta. Un poco después aparecieron Manolo y Ascen, y entre cerveza y cerveza fuimos recibiendo al resto de compañeros y las noticias que iban llegando por el wassap.
Percances aparte, el hotel, la cena, los roadleaders, la socialización,,,todo de 10. Sólo restaba esperar el comportamiento climatológico del día siguiente.
El sábado amaneció cómo se esperaba, aunque lo bueno estaba por llegar.





Después de un “magistral” briefing por parte de Lewis, grabado en su totalidad por Carmen,



Tomó la palabra “Ozelui”, dando la bienvenida a los dos rookies David y Adolfitos:



Iniciamos ruta con lluvia, y amenazas de cierre de los puertos, pero llegamos al mirador de “El Piornal” sin problemas, sólo que no estaba la climatología para andar disfrutando del paisaje:


continuamos ruta durante toda la mañana en la que no nos abandonó la lluvia en ningún momento, y en la que pudimos ver unas cuantas cascadas. Llegamos a la parada café en Jarandilla de la Vera, donde nos abrieron paso las autoridades para aparcar en una calle en mitad del pueblo, (Pedazo de organización la que se han marcado Lewis y Carmen). Continuamos ruta hacia “El cerro de la memoria”, aunque no paramos y continuamos hasta el restaurante el avión, donde fuimos atendidos a las mil maravillas.




Después de reponer fuerzas, continuamos ruta y nos encontramos con un pequeño desbordamiento de agua en plena carretera, aunque sin más consecuencias que aminorar por unos minutos la marcha de la caravana, al tiempo que aprovechábamos para admirar el fantástico arco iris que lucía en todo su esplendor, y que nos estuvo acompañando durante unos cuántos kilómetros.






La llegada a La Alberca fue muy celebrada por los allí presentes, ya que no salían de su asombro al ver la Plaza mayor llena de tanto roadster. Hasta la Guardia Civil vino a ver qué pasaba, y hubo que enseñar permisos y demás para evitar males mayores, aunque al final colaboraron activamente para controlar la salida de tanto vehículo del pueblo, y así poder continuar nuestra ruta hasta el hotel, donde dimos cuenta de una estupenda cena.



