Sigo con "mi cuento":
Nada más salir, teníamos un tramo “tranquilo” por autovía, lo que me permitió apreciar ciertas cosas:
- Lo bien que se iba descapotado, sin turbulencias ni otros ruidos, permitiendo tener una conversación en tono normal con el copiloto. Esto lo atribuyo al parabrisas, que va más
“tumbado” que en el GTS y posiblemente, a las dos “jorobas” que llevamos detrás de la cabeza.
- El acertado diseño de la palanca de cambio. Aunque llevaba a una caja PDK, habían dado a la palanca el aspecto de un cambio manual. (Ver imagen).

- Lo cómodos que eran los asientos, tapizados en alcántara. (Menos duros que los míos en el GTS, tapizados en piel).
- Lo cortos que eran las relaciones de cambio, más incluso que mi GTS. Nada más pisar el acelerador, se notaba como el coche salía disparado.
- Y, cómo, no, la suavidad de la suspensión.
Enseguida, llegamos al primer tramo de curvas, carretera que conozco bien. Aunque fue en bajada, que no es lo mejor para poder exprimir las bondades del coche, hicimos lo que pudimos.
Las sensaciones eran increíbles:
- el Spyder se agarraba como una lapa a la carretera
- el tacto de la dirección era delicioso, transmitiendo con fidelidad los movimientos del eje delantero.
Como un video vale un millón de palabras, os dejo un cortometraje del tramo: